El cursor titila en la pantalla. 22:30. Ya es la
hora en que los malditos tipitos verdes cambian de tono. Rojo, naranja, el
inconfundible color de viernes a la noche. ¿Otra vez? Te negás a creerlo. Hacés
un último intento. El Manotazo Storni:
–Guillo, ¿salís?
Guillo está escribiendo un mensaje. El tiempo de
respuesta se hace eterno… ¿aprovecho para prender la ducha? Guillo y su
fernética dislexia:
–Kacee, Murdock. Vamos con los pibes del club a José
C. Paz, la birra a 3 pesos, el boliche de las vías. ¿Te venís?
Cerrás la conversación. 23:20. ¿Le hablás? No
da, no da después del último papelón. Pero la verdad es que no hay plan y cada
segundo te hace sudar diamantes. Ves su foto, se dejó el pelo suelto y ya es
inevitable.
–¡Xiara!, ¿Estás?
Si lo de Guillo te parecía una tortura lo de
esta chica es canibalismo. Después de una eternidad de preguntarte si sos más
triste que Gino Renni, el bichito verde hace su sonido.
–¡Estoy! ¿Cómo andás?
Miente,
miente, miente, miente, miente, miente
–Bien, ¿vos?
En la foto sólo se ve su cabeza de espaldas pero
jurarías que está 5 kilos más flaca y haciendo clases de danza árabe. Fuego
intestinal.
–Bieeeeeeeen, tanto
tiempo… ¿Qué hacías?
Miente,
miente, miente, miente, miente, miente
–Veo qué hago esta noche…
No me puedo decidir. ¿Vos? ¿Hacés algo?
Según Platón una vez que la flecha deja el arco
no hay manera que no llegue al blanco. Qué griego impotente. Claro, en su época
histeriqueo se escribía sin h y significaba “gran bola de arroz frío”.
–Estaba pensando en ver
una peli, estoy cansada del laburo.
Y de danza, casi seguro.
–¿Una peli? ¡No da! Es
viernes, tenés que salir… no puede ser que no tengas programa.
En ese momento tu cara resistiría un misíl.
–Es que las chicas no
salen y estoy con ganas de quedarme acurrucadita en la cama.
¿Hay necesidad?
–¿Y qué vas a ver?
Otro viernes perdido.
–Ayyy no sé… ¿Me
recomendás alguna? Yo no tengo idea de estas cosas. Si sabés de alguna buena la
podemos ver juntos…
Dios hoy se levantó bostero. Te pueden preguntar
sobre Central, te pueden preguntar sobre choripasos,
te pueden preguntar sobre “Decime cuál cuál cuál es tu nombre”, ¡hasta te
pueden interrogar puntillosamente sobre la biografía de Sonic! ¿Pero de cine? ¡¿De
cine?! No teneé morral, no tenés lentes con marco grueso, no tenés complejos,
no tenés cine…
Pero no te preocupes: No pidas pan se enorgullece en presentar su sección Martes 13, a partir de hoy, todos los viernes de la semana. Una recomendación
semanal que te va a permitir chapear sobre tus no-conocimientos de cine, que te
va alejar de tu mono-orientada doctrina de películas de Jackie Chan y las
maravillas que hace con un saco y algunas cañas de bambú. Una sección que va a
rescatar tu fin de semana de los siniestros planes de Guillo y la acostumbrada
visita a la 46°. En fin, una sección que como todo en No Pidas Pan
te convertirá en un gurú de la absurda conquista de algún tipo de sentido (y de
Xiara).
Para el primer episodio, les servimos blues,
Daniel San y los 80. En esta película de Walter Hill se cuenta la vida de
Eugene; un joven guitarrista estudiante de música clásica y amante del blues.
Durante su trabajo como conserje en un geriátrico conoce a Willy Brown, un
armonicista de delta-blues que acompañó al legendario Robert Johnson en sus
últimas grabaciones y hasta dice haber escuchado un tema inédito suyo. Eugene
trata convencer al anciano hombre de que se lo enseñe, pero él lo hará solo con
la condición de que lo lleve a Missisipi, la "tierra del blues" según
él mismo dice.
Sin mucho más, “Crossroads”.