martes, 15 de noviembre de 2011

La Rockola de los silbidos



Porque silbar acorta las caminatas y ameniza las bicicleteadas, la Rockola de esta semana ha hecho una caprichosa selección de tres canciones con silbidos para que las ocho cuadras que separan tu casa de la estación se reduzcan a unos pocos y agradables metros.
El talentoso compositor y multiinstrumentista (saxos, clarinete y clarinete bajo, flautas dulces, armónica, duduk, gaita, piano, voz) Marcelo Moguilevsky, tal vez haya puesto su mejor obra en el disco Mañana Domingo (2004) del quinteto argentino Puente Celeste, que incluye en sus filas al bueno de Edgardo Cardozo y al muy inquieto de Santiago Vázquez. Con una ambigua melodía silbada que tiene tanto de argentina, como de italiana y judía, y que nunca nos termina de dejar en claro si juguetea o conspira, si se queja o disfruta, el tema instrumental Vals de Moguilevsky ha entrado cómodamente en esta sucinta selección.
En segundo lugar (por orden de ocurrencia) una agradable y sencilla canción del ex integrante de la banda brasilera Los hermanos, Marcelo Camelo, con un silbido dulce, simple, agradable y fundamentalmente muy recordable que, si uno lo aprende, bien puede utilizarlo para pedir discretamente un abrazo de un amigo. Incluida en el disco Sou editado en 2008, Doce Solidão tiene el silbido que todos vamos a ejecutar al menos veinte veces por día durante la próxima semana.
Finalmente, del disco Bicho (1977) de otro brasilero, pero más viejo y más peludo: O leãozinho del gran Caetano Veloso. Aunque sigue en juicio con Dios por los derechos del silbido podemos atribuírselo momentáneamente  y decir que tiene la increíble propiedad de transportarnos inmediatamente al centro de la Selva amazónica, aunque no la conozcamos más que por la vista 360° de la Encarta 2000. 




Vals by Puente Celeste on Grooveshark






O Leãozinho by Caetano Veloso on Grooveshark










viernes, 4 de noviembre de 2011

¡Marineros, hagan remar sus remos!



         Dos piratas se encuentran en un bar y comienzan a discutir acerca de quién era el mejor Pirata. Tras narrar varias de sus aventuras sin poder llegar a buen puerto (guiño, guiño) uno le dice al otro:

-                         -   Bien, hagámosla fácil. Yo te voy a hacer una pregunta y si la contestas bien eres el mejor pirata.  Si la contestas mal entonces yo ganaré la disputa.

      El otro pirata asiente y escucha atentamente al acertijo:
                
                 - ¿Cuántas anclas tiene un barco?

      Al oír la pregunta el pirata se ríe y con aires de confianza le contesta claramente que una.  El otro se para de su taburete y dice:
-           
                 - Te has equivocado, tienen once.
-           
-               - ¿Once? ¿Cómo que once?
-           
                 - Claro ¿acaso nunca escuchaste cuando gritan “Eleven anclas”?

Sin duda esta conversación fue llevada a cabo entre Jack Sparrow y Omar Suarez, dueño de Cocodrilo (ver Omar Suarez el dueño de cocodrilo). La cuestión es que los piratas están de moda. Capitán Morgan, Guido Kazcka, El Pirata Malapata, el Pirata Cordobés, Berlusconi, Piñón Fijo, son varios personajes que subidos al oleaje de esta nueva tendencia tomaron rápidamente sus parches lanzándose a la mar.

 En esta edición de Martes 13 le presentamos otro tipo de piratas. Estos valientes marineros surcaron las aguas cercanas a la Costa Inglesa durante los 60 y a diferencia de sus antecesores su botín no consistía en cofres repletos de oro y joyas sino en cajas llenas de vinilos.

“The Boat that Rocked” retrata una época en la que la censura y el conservadurismo reinaban las ondas radiales. El barco “Radio Rock” emitía 24 horas de rock ininterrumpido de manera ilegal mientras navegaba por las costas del Imperio. De la mano de un grupo de DJs extremadamente particulares la película nos hace viajar al mejor momento del rock Ingles mientras intenta sobrevivir los embates de un gobierno que sin lugar a dudas lo quiere hundir.

Philip Seymour Hoffman (Capote, La duda, Casi famosos) realiza un papel descomunal solo superado por una banda sonora impecable que hace de esta película un must see para todo aquel que alguna vez ha tarareado My Sharona.

Trailer:



Cuevana link:

martes, 1 de noviembre de 2011

Medidas: una bocha de variantes


El siglo 21 trajo consigo modas y actividades de los más particulares a lo largo y a lo ancho del globo. El yoga, el vegetarianismo, el fútbol amateur, el bonsái, el fanatismo por Racing, la abolición de la esclavitud, la TV basura, la desaparición de programas como ZAP TV y La Corte, el reggaeton, la dactilografía, la paciencia del elefante, Juan Alberto Mateyco, las drogas blandas, las drogas duras, las drogas en general, el general, las tribus urbanas, Gastón Pauls y la vuelta de Obligado, entre otras, son sólo algunas de las que vienen sumando seguidores desde hace más de 10 años y prometen seguir así.

Una de las más difundidas es la que propuso la abolición de las medidas tradicionales de tiempo, espacio y etcétera por medidas nuevas, accesibles para cualquier hijo de vecino. Aunque en este tiempo han logrado cambios revolucionarios, el proceso fue gradual. En un principio, se propuso agregarle adjetivos a las medidas, dando lugar así a frases como “Hay que caminar unos lindos 600 metros”, “Duró unos 10 minutos largos” o “Dame un tartamudo kilo de cebollas”.

Una vez establecido el sistema de adjetivos, se pasó a la segunda fase, que consistía en cambiar las medidas por elementos cotidianos como un huevo, una bocha o un burro. ¿El resultado? Frases como “La operación le costó un huevo”, “Escucho una banda” o “Te extrañé. Bocha”.

El paso 3 era mucho más ambicioso, y también fue llevado a cabo con éxito. El objetivo era que, ya implementada la relación entre objetos y medidas, se suprimiera la palabra original, quedando solo el elemento. ¿Muy complicado? Veamos unos ejemplos:

–Che, esto es un bajón, ¿en cuánto nos vamos?
–Dentro de una birra salimos…

–¡Julián, odená tu cuarto!
–Bancame un Nesquik…

Sin embargo, la creatividad de la gente que busca abolir las medidas no tiene límites (vaya casualidad) y la evolución sigue. Recientemente, ha habido denuncias de gente que escuchó frases del estilo de “Estoy dando vueltas hace un gil”, “Me costó un Perú”, “Queda a dos salames de casa” y “Hace un Naco que no me conecto”, entre muchísimas otras.

Esperemos que este tipo de expresiones no se propague y retomemos las costumbres y el habla que Occidente quiere para sus pueblos.