martes, 30 de agosto de 2011

No Pidas Pan Radio 16: El Diablo en Calzoncillos


En esta oportunidad nos visita Cátulo Bochinche, multicampeón de kartings, y no deja tema sin tocar: física, sodas, y su pacto con el diablo en calzoncillos. En el tercer bloque nos visita el cinéfilo Danny Neverland para ponernos al tanto de los últimos estrenos internacionales.



En la música:

James Taylor & The Original Flying Machine - Night owl
Neutral Milk Hotel - King of carrot flowers
Pescado Rabioso - Como el viento voy a ver

viernes, 26 de agosto de 2011

Loscri y los concursos

Cierta vez, Loscri participó de un original concurso televisivo. El programa, según su mismo slogan rezaba, era “el primer programa de TV conducido por un bagayo”, y ciertamente no mentían. La conductora era tan fea que no era raro que algunos participantes dejaran de lado el jugosísimo premio y contestaran mal adrede, sólo para no tener que seguir viéndole la cara. Tampoco era raro que alguno simplemente dejara su posición para salir del estudio corriendo y llorando, y mucho menos raro era ver suicidios o amputaciones de miembros en cámara. Ciertamente, el slogan no mentía.

Cuando llegó al estudio, Loscri sintió que estaba de racha: contestó las primeras dos preguntas sin titubear y de manera acertada. Sin embargo, no poca fue su decepción cuando se enteró que el que había hecho las preguntas no era el otro que el productor, y que haber contestado correctamente su nombre y colegio no sumaba puntos para el concurso.

“Lo que más me sorprendió en cuanto entré, fue el decorado” diría Loscri días después. En realidad, se refería al de Corrado (Gabriel), que le había parecido demasiado alto en proporción a su talento.

Producto de un azar alfabético que no buscó comprender, Loscri fue designado al último atril de los cuatro que se encontraban en línea cerca del borde derecho de la escenografía. No le llamó la atención eso, ni tampoco que la pregunta número uno fuera para el primer participante. Incluso hasta era previsible, pensó.

El primer participante no era otro que un nervioso Félix Medialuna. Parado detrás de su atril, no sacaba los ojos de la punta de sus zapatos. Cuando la conductora le habló, pareció sorprenderse; lo mismo no levantó los ojos. Era lo mejor para evitar disgustos, y él lo sabía. La pregunta para él era: “¿Qué pesa más: un kilo de plumas o Susana Rocasalvo?”. El licenciado no levantó la cabeza para responder:
–No voy a hablar hasta que llegue mi abogado.

La conductora, sorprendida, miró a cámara (en realidad al productor, la cámara nunca la tomaba de frente) y recibió la orden de seguir con el participante número dos.
George Bush, participante número dos, estaba mucho más relajado que Medialuna. Sonreía a cámara y saludaba a la tribuna, que le tiraba con de todo. Sin embargo, cuando escuchó la pregunta (¿Qué país limita con la Tota Santillán?) cometió un error imperdonable: levantó la cabeza. “Papá (por George Bush padre) me había advertido” diría después. “No lo pude evitar, estoy muy arrepentido.” Fue solo un instante, pocos segundos en los que sus ojos se cruzaron con el ojo derecho de ella (el izquierdo miraba 45 grados más hacia Medialuna), pero el efecto fue instantáneo. Sintió en el pecho el calor de lo inevitable, una leve contracción de todo el cuerpo y su desayuno, mezclado vaya a saber uno con qué, volando un metro hacia adelante, empapando el atril y parte de su vida (del atril). Rato después los médicos dijeron que seguía en shock pero que estaba mucho mejor. “Con tratamiento psicológico, en unos meses podrá volver a su casa. No es la primera vez que pasa, estamos preparados.”

En el atril número tres había una mujer, Gladys Florimonte. Inmune a los encantos de la anfitriona por cuestiones obvias, miró fijo a la conductora y respondió: Ante Garmaz. La pregunta, obviamente, fue: “¿Quién es más peligroso en una barbería: Ante Garmaz o Darío Lopilato?” y la respuesta, como todos sabemos era correcta. Gladys pasó a la final.
Cuando fue el turno de Loscri, le preguntaron por qué tenía una bolsa de nylon en la cabeza. Su respuesta fue que era un piloto automático de cabezas, y pretendía que se computara como válida. La producción primero apeló a que no era parte del concurso, pero ante la tozudez del participante, quiso convencerlo de que su respuesta era inválida porque no llovía. No hubo caso: salió de su lugar y caminó, indignado y en silencio, hacia la salida. Se sentía defraudado. Ni siquiera le devolvió el saludo al abogado de Félix, que en ese momento entraba al estudio disculpándose por la demora.

martes, 23 de agosto de 2011

No Pidas Pan Radio 15: El beso de Chet Tapia

En esta ocasión transmiten en vivo Roberto y Ricardito, desde la República Federal de Lanús, donde reciben la visita de Chet Tapia, padre, intendente, presidente y capomafia de esta incipiente nación.



En la música:

Steel Pulse - Reggae fever
Pavement - AT & T
Radiohead - How can you be sure



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lunes, 15 de agosto de 2011

La Rockola: Kings of Convenience


Amigos!

¿Cómo andan?

Lunes una vez mas. ¿Cuándo saldrá el sol definitivamente? ¿Habrá que esperar hasta la primavera? Es un largo rato. Una larga espera. Y acá entra La Rockola. Y convierte la espera en una espera al ritmo. En una espera al compás. Una tranquila, suave, dulce espera. Imposible acortarla, pero quién dice sino quedará chica. Presentamos hoy amigos a este gran dúo llamado Kings of Convenience, formado por los noruegos Erlend Oye (líder de The Whitest Boy Alive) y Eirik Glambek Bøe, amigos de la infancia, que vienen tocando juntos en diferentes bandas desde los dieciséis años. Formado en 1999 cuentan ya con tres discos de estudio, todos en formato acústico, mas uno de remixes hecho por diferentes amigos del dúo. Casi no es necesario hablar del trabajo fino de estos dos amigos. Lindas melodías, finísimos arreglos, mucho ritmo por momentos, y mucha tranquilidad también es lo que escucharán a continuación.

Sigue entonces Sing Softly To Me, de Quiet is The New Loud, el primer disco editado en el 2001, y Live Long y Know How, de Riot on an Empty Street del 2004, con la colaboración de la canadiense Feist. Va también el video de Boat Behind, de su último disco Declaration of Dependence, editado en el 2009 y un versión de The Build Up, en vivo junto a Feist para una radio de Seattle.







y acá The Build Up en vivo, (notarán la efusividad de Erlend Oye)


That´s all folks.

miércoles, 10 de agosto de 2011

Réquiem para una morocha

Me voy a ahorrar la torpeza de darte el nombre -además, bien bien no me lo acuerdo. Es decir, no me lo acuerdo-. Cuánto más vas a entender, Sanabria, si te digo que era una de esas morochas que hacen bajar el stock de Brahma de cualquier barcito y, por ende, subir su producción (por eso supuse que era brasilera; ahí nomás metí uno de Caetano Veloso en la Rockola y la saludé de lejos "como vai vose"; me miró raro: "bien, flaco"). De esas morochas que te vuelven medio versero, por las que engrosás tu pasaporte en una sola noche sin salir del barrio y, si te apura, hasta jugaste en la reserva de San Miguel algunos partidos, antes de la clásica lesión. De manual, Sanabria, de manual.

Yo estaba sentado solo, en la barra, cuando la ví. Apuré la Liberty, hasta el final, y me hice el que revisava los mensajes del beeper -mala idea: no tenía ni mensajes ni beeper, así que le sonreí a mi mano izquierda un par de segundos, discretamente-. Que me miraba, me miraba. Es cierto, por otro lado, que en ese entonces yo usaba el pelo a lo antena de TV, que ya no estaba de moda, y que, para aparentar más "brasilidad", me había sacado la remera de Virus, quedándome en cueros y descalzo, arremangándome los vaqueros. Haciéndome el distraído, me pegué el bigote postizo que siempre llevo en el bolsillo, justo cuando la tuve enfrente. Entonces puse la voz infalible, la Chicho Serna, ¿viste?, y frunciendo las cejas con gesto de empresario, deslicé: "Tal vez te acuerdes de mí, morocha. Soy el que llevó el adaptador para conectar los parlantes en el fiestón de la sobrina de Ova Sabatini, cuando toco el ex bajista de El Símbolo...". Por ahí se me rió en la cara, de nerviosa nomás, viste. Después me preguntó la edad. "¿Te parece, morocha, andar con esas burocracias a esta altura de tu vida?". Para sacarla del apuro, aproveché que en la Rockola sonaba "Auto Rojo" y arranqué con mi paso de cabecera, el del Gaucho Jugando al Daytona, y la mina casi se muere de la emoción. Llamó a las amigas, hasta fotos me sacaron. Estaba de buenas. "Viste, morocha, como muevo el esqueleto. ".

Al rato, me jugué. "Mi Renoleta está recién lavada, hermosa. Cuando gustes podemos ir a dar unas vueltas por La Rambla; conozco al vendedor de cubanitos y podemos llevarnos la docena a un precio que es una bicoca". La mina ni enterada de que el dueño de la Renoleta sos vos, Sanabria; menos de que el vendedor de cubanitos había sido yo. Así que imaginate que ni noticias tenía de que yo estoy muerto, Sanabria, que me mandaron de la "central" a buscarla; que le había llegado "la hora", que había sacado "el boleto", que se le había acabado "la nafta", o había paro de petroleros, o el tanque estaba pinchado... Se moría, Sanabria, eso era todo.


Fue la elocuencia hecha mujer: "Escuchame, monigote, con vos no quiero saber nada, pero mis amigas me dejaron y no tengo para un taxi. Alcanzame, querés, hasta la parada, y te pido por favor que no abras la boca en todo el viaje". Yo, de pillo nomás, cacé la indirecta y enganchando el pasacasete (un Philco tenés, Sanabria, qué lujo) puse a sonar un compilado con los últimos de Lerner que siempre llevo en el bolsillo, al lado del bigote.


En eso, ya viajando, se acordó de mí, me miró de arriba a abajo y dijo "pero si vos sos Alberto... Vos estás muerto, desubicado". Le retruqué "No me digas... Muerto puede ser, morocha, desubicado también, pero Alberto no, mi nombre era Liberto; agarrate que hasta la "central" no paramos. Y, morocha, aflojá, dejame un cubanito".

No paraba de lastrar -es la ansiedad, me dijo, uno no muere a diario-. Parece que le habían gustado. Pero entonces se puso a atar cabos (unos que salían de la guantera), y mientras, se ve que fue maquinando, la de los cuentos de hadas, viste, la del beso que te salva de la muerte, y se me tiró encima, la muy turra. Yo qué iba a hacer, Sanabria, en la "central" estaba todo tan seco... Una más, una menos, al Jefe no le iba cambiar la vida.


De ahí en más, me fui quedando, viste. Me le escapaba al Jefe para no tener que subir otra vez. Me disfrazaba o me quedaba en lo de la morocha guardado por semanas, y los sábados me iba para el barcito; me gastaba las chirolas en la Rockola. Tenía un Sega, Sanabria, podés creer la suerte que tuve. Ella feliz, viste, era o yo, los cubanitos y la vida; o nadie, la muerte y la lija. Dos más dos... ¡Cuatro! ¡Cómo tres, Sanabria...!

Un día, un día cualquiera, se enamoró, me dijo. Viste cómo es. Me dijo que subía, que no tenía problema, que dos allá arriba eran como dos acá abajo y que en realidad venía un poco cansada del trabajo; que acá se aburría y que no era tan grave, que no era la muerte de nadie. Casi la corrijo: ¿Quién le había dicho que le tocaba ir para arriba? Cómo son, Sanabria. Masí, pensé. No; maní, maní pensé. Antes de irme quería comprarme una bolsa de pelado y salado; en la "central" escaseaba. Había hecho las valijas y se había empilchado, la morocha. Ésta me quiere cachar, me dije. Ya veía por dónde venía la mano: los cubanitos se acababan, ella no era la de antaño y se venía un impuestazo; además, la había visto recortar unas fotos de una revista viejísima, y me había parecido escucharla hablar de no sé qué buen mozo de la década del veinte. Avivada de los de arriba y conciente de la seca que corría por allá, le había echado el ojo a otro espectro, la ingrata...

Me quería dejar sin Sega, sin Liberty y sin "Auto Rojo" los sábados, Sanabria. Encima, de vuelta a la "central": planillas, sellos, formularios... La pensé dos minutos. Mientras, ella entornaba los ojos, ansiosa, con sonrisa compradora y las llaves de la Renoleta en la mano. Largué el joystick y, poniéndole la voz infalible, la del Chicho Serna, viste, le canté: "Pará, morocha, qué pasó... Mirá que yo estoy para unos besos nomás, eh...".

martes, 9 de agosto de 2011

No pidas pan Radio 14: "El beneficio de la duda"

En directo desde la cancha del Real Madrid, transmiten Roberto Gómez Buñelos, Miguel Dónovan, Jennifer Trozo, Ricardito, el Chaucha y el Negro Fanacoa. Juntos entrevistan al Cuaderno Gloria de tapa blanda y nos invitan a disfrutar de la música de Ricardito y el Chaucha.


-Ezequiel Borra: "Con la verdad"
-Dancing Mood: "You are the one"
-T-Rex: "Get it on"

lunes, 1 de agosto de 2011

El regreso de la Rockola

Amigos!

¿Cómo andan?

¿Escucharon alguna vez algo de The Beta Band? The Beta Band es una ex-banda particularmente única en su especie, que decidió un día cualquiera como hoy ponerle punto final a la sociedad. Cuatro discos dejaron en su camino los de Edimburgo. Pero hoy les queremos hacer escuchar uno en particular, el primero. The Three EP´s, que nace justamente de tres ep´s que la banda había grabado previamente en el 97/98 y que es el que mas nos gusta. Y van de este disco los tres temas que mas nos gustan también. Uno de los tres es ya casi un himno. Si vieron High Fidelity lo van a reconocer. Véanla de paso. Siguen entonces, Dry the Rain, Dog´s Got a Bone y Needles in my Eyes de The Three EP´s del 1998. Tengan el placer de escucharlas por primera vez.