All inclusive (parte 2)

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De su estadía en el Don Vito Grondona "All Inclusive" Hotel podrá decirse que nuestro amigo se tomó la consigna demasiado a pecho, pero, en su defensa, que no hizo más que seguir, al pie de la letra, el concepto que los All Inclusive promocionan inocentemente, cual local de pizza libre.Lo primero que hizo al entrar fue hacerse de los pantalones del botones que, azorado, corrió en busca de los de otro, y éste, de los de un tachero que pasaba; comenzando de este modo una cadena mundial de robo de pantalones que lo tiene ahora, a este redactor, en boxers y buscando una nueva víctima.
Después, siguieron un ferné on the rocks ("sáqueme la espuma, por favor"), cigarrillos encendidos ("mátelo usted, mi amigo"), el Noni Noni a la noche y el "chamúyese por mí a la Sra. del tapado de Búho, dígale que, si es su deseo, de buena gana me gustaría que usted le proporcione unos masajes en los pies".
Se sentía pleno, orgulloso de llevar tan prolíjamente la consigna a la que habia sido convidado. Pero la situación tomó un color alarmante: marrón oscuro. Al cuarto día, le ordenó a uno de los más estresados camareros "duérmase mi siesta, que ando sin tiempo", por lo que éste se tuvo que sacar el disfraz de Amigo que Juega al Truco y Nunca Tiene Ipa y cerrar los ojos haciendo fuerza.
¿Puede un hombre asumir roles tan personales de otro como lavarse "su" cara, soñar con Esther, la más osada de las Damas del Pami o, ya que estamos, envejecer por éste? Pareciera que Dorian Gray puede haber a montones si mezclamos un hombre "metódico" y una consigna peligrosamente atractiva, como la que pregonaba el Don Vito Grondona "All Inclusive" Hotel en los carteles de Panamericana.
Un buen día, luego de algunos meses en los que el ahora joven y rosagante Loscri había logrado prolongar su estadía en el hotel a fuerza de ser respetado como habitante permanente del caótico Petit Hotel de la ribera del plata en el que ya nadie era el mismo, camareros, botones y gerentes se juntaron en la terraza bajo el móvil "ahora si me aborregué, ya no mas hora feliz, no más All Inclusive", y planearon un contraataque definitivo para el megalómano Loscri.
Encontrándose en el hall de entrada, lo vieron bajar las escaleras con la Coca en un brazo y Sabrina Garciarena (ningún dolobu) en el otro. Todos los lunes pedía que su identidad sea reemplazada por la de algún camarero -Deneuvi el fisicoculturista, en lo posible- que se ocupara de los asuntos administativos que a nadie, ni siquiera allí dentro, escapan. El más estudioso de los empleados, Albert Einstein, hace tiempo había entendido que, si bien podía uno allí dentro ser reemplazado por otro temporalmente, de ningúun modo se podía no ser alguien, por lo que Loscri había sido, sin saberlo, todos aquellos camareros y botones en la medida en la que ellos habían sido él. Bastó una orden de Deneuvi (Loscri) a Loscri (Deneuvi), para que éste quedara definitivamente prendido a los grilletes de la obligación con los clientes que regían allí dentro como la peor de las autocracias colectivas.
Si usted, lector, anda por Sarandí, podrá observar en la recepción del Don Vito Grondona "All Inclusive" Hotel a este raro especímen un día llamado Loscri, bastante más viejo y forzudo que antaño, recibiendo y cumpliendo de buena gana las más insolitas solicitudes de sus huéspedes, pues, al fin y al cabo, su única ambición siempre había sido respetar, al pie de la letra, la norma vigente en el hotel, cumpliera el papel que cumpliera. Por lo demás, nadie le quita a este viejito el sueldo con el que compra cajas y cajas de Anaflex, es decir, un poco de cariño.