Cierta vez, Loscri participó de un original concurso televisivo. El programa, según su mismo slogan rezaba, era “el primer programa de TV conducido por un bagayo”, y ciertamente no mentían. La conductora era tan fea que no era raro que algunos participantes dejaran de lado el jugosísimo premio y contestaran mal adrede, sólo para no tener que seguir viéndole la cara. Tampoco era raro que alguno simplemente dejara su posición para salir del estudio corriendo y llorando, y mucho menos raro era ver suicidios o amputaciones de miembros en cámara. Ciertamente, el slogan no mentía.
Cuando llegó al estudio, Loscri sintió que estaba de racha: contestó las primeras dos preguntas sin titubear y de manera acertada. Sin embargo, no poca fue su decepción cuando se enteró que el que había hecho las preguntas no era el otro que el productor, y que haber contestado correctamente su nombre y colegio no sumaba puntos para el concurso.
“Lo que más me sorprendió en cuanto entré, fue el decorado” diría Loscri días después. En realidad, se refería al de Corrado (Gabriel), que le había parecido demasiado alto en proporción a su talento.
Producto de un azar alfabético que no buscó comprender, Loscri fue designado al último atril de los cuatro que se encontraban en línea cerca del borde derecho de la escenografía. No le llamó la atención eso, ni tampoco que la pregunta número uno fuera para el primer participante. Incluso hasta era previsible, pensó.
El primer participante no era otro que un nervioso Félix Medialuna. Parado detrás de su atril, no sacaba los ojos de la punta de sus zapatos. Cuando la conductora le habló, pareció sorprenderse; lo mismo no levantó los ojos. Era lo mejor para evitar disgustos, y él lo sabía. La pregunta para él era: “¿Qué pesa más: un kilo de plumas o Susana Rocasalvo?”. El licenciado no levantó la cabeza para responder:
–No voy a hablar hasta que llegue mi abogado.
La conductora, sorprendida, miró a cámara (en realidad al productor, la cámara nunca la tomaba de frente) y recibió la orden de seguir con el participante número dos.
George Bush, participante número dos, estaba mucho más relajado que Medialuna. Sonreía a cámara y saludaba a la tribuna, que le tiraba con de todo. Sin embargo, cuando escuchó la pregunta (¿Qué país limita con la Tota Santillán?) cometió un error imperdonable: levantó la cabeza. “Papá (por George Bush padre) me había advertido” diría después. “No lo pude evitar, estoy muy arrepentido.” Fue solo un instante, pocos segundos en los que sus ojos se cruzaron con el ojo derecho de ella (el izquierdo miraba 45 grados más hacia Medialuna), pero el efecto fue instantáneo. Sintió en el pecho el calor de lo inevitable, una leve contracción de todo el cuerpo y su desayuno, mezclado vaya a saber uno con qué, volando un metro hacia adelante, empapando el atril y parte de su vida (del atril). Rato después los médicos dijeron que seguía en shock pero que estaba mucho mejor. “Con tratamiento psicológico, en unos meses podrá volver a su casa. No es la primera vez que pasa, estamos preparados.”
En el atril número tres había una mujer, Gladys Florimonte. Inmune a los encantos de la anfitriona por cuestiones obvias, miró fijo a la conductora y respondió: Ante Garmaz. La pregunta, obviamente, fue: “¿Quién es más peligroso en una barbería: Ante Garmaz o Darío Lopilato?” y la respuesta, como todos sabemos era correcta. Gladys pasó a la final.
Cuando fue el turno de Loscri, le preguntaron por qué tenía una bolsa de nylon en la cabeza. Su respuesta fue que era un piloto automático de cabezas, y pretendía que se computara como válida. La producción primero apeló a que no era parte del concurso, pero ante la tozudez del participante, quiso convencerlo de que su respuesta era inválida porque no llovía. No hubo caso: salió de su lugar y caminó, indignado y en silencio, hacia la salida. Se sentía defraudado. Ni siquiera le devolvió el saludo al abogado de Félix, que en ese momento entraba al estudio disculpándose por la demora.
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viernes, 26 de agosto de 2011
Loscri y los concursos
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5 comentarios:
al fin te pusiste los lompas pibe... no podia ser menos tu regreso a las canchas
que es un atril?
Me cague de risa martooo! un groooso loscri
Atril es donde uno partituriza la apoya para piezalizar una música ejecutal, o algo así...
me quedé con la intriga: y al final cuál fue el premio para Gladys?
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